Del otro lado

Mi querido F,

Imagino te debe dar aunque sea un poquito de satisfacción el saber que ando pagando la poca atención que te preste hace algunos años con un grave ataque de corazón. En las mañanas abro los ojos y me levanto contigo en los labios. En las noches abrazo la almohada a ver si el peso aguanta lo que se me quiere salir del pecho.
Todos los días me prometo parar en seco y hacer un paréntesis para seguir viviendo la vida cual si nada pasara. Fallo una y otra vez entendiendo por fin la obsesión del adicto. El invocar la promesa de cambiar siempre termina en la decepción que solo se cura con la causa misma de su desdicha. No que seas tú mi desdicha, todo lo contrario. Ya me entiendes.
Obsesionadamente,
Tu F.